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El Secreto Sumergido, ¡ahora también en inglés!

Hace cinco años que vivo en Australia. Cinco años en los que cada vez que sale el tema de mis novelas, alguien me dice “qué lástima que no están en inglés, porque me encantaría leerlas”. Y cinco años en los que me pregunto si ese interés es genuino o si lo dicen desde la seguridad que les da saber que yo no puedo hacer nada para comprobarlo. O, mejor dicho, lo único que puedo hacer para comprobarlo cuesta muchísimo dinero.

Siempre tuve claro que el primero de mis libros que traduciría al inglés sería El Secreto Sumergido, porque gira alrededor de la búsqueda de un barco de guerra británico del siglo XVIII, y porque parte de la historia transcurre en Australia. ¿Saben cuánto cuesta la traducción de un libro así? Entre tres y cinco mil dólares.

Pensé en pedir un préstamo, pero ¿y si después el libro no me lo compraba ni mi mejor amigo australiano? Demasiado riesgo. Necesitaba una forma de asegurarme de que realmente había interés en la historia antes de pagar la traducción. Entonces me vino a la mente una palabra muy de moda últimamente: crowdfunding.

El crowdfunding (financiación colectiva) era la alternativa perfecta para un proyecto como el mío. Funciona de la siguiente manera: uno explica en una página web el proyecto que desea llevar a cabo (en mi caso, traducir El Secreto Sumergido al inglés) y define la cantidad de dinero mínima necesaria (en mi caso, $3880 dólares australianos). Quienes te apoyen económicamente reciben “recompensas” cuando el proyecto esté listo (por ejemplo, si me das $10 te doy una copia electrónica del libro, si me das $30 te doy un ejemplar en papel y por $500 te dejo que le cambies el nombre a un personaje).

Me acuerdo perfectamente de cuándo se me ocurrió esta alternativa para la traducción. Acababa de salir del trabajo e iba en el coche a buscar a Trini, mi pareja, al suyo. Cuando la vi, le empecé a contar el plan con una ilusión que no sentía hacía mucho tiempo. Hablé rápido y a los gritos, parándome apenas para tomar aire. Le decía que lo veía clarísimo, que no había ningún riesgo. Lo peor que podía pasar era que no consiguiera la cantidad suficiente de dinero y el proyecto no se hiciera. En ese caso, lo único que perdería sería el tiempo invertido en preparar la campaña y promocionarla.

Con la misma ilusión, hablé con mi amigo Stephen Logan, un irlandés que habla mejor español que yo y que hacía tiempo había leído mi libro en castellano y me había dicho que le gustaría traducirlo. Steve no sólo es el perfecto bilingüe, sino que también es un profesional de la lengua. Tiene una licenciatura en literatura española e inglesa del Trinity College (Dublín), un máster en lingüística de la Universidad de Mánchester (Reino Unido) y está terminando su doctorado en lingüística en la Universidad de Newcastle (Australia). O sea, es una especie de superhéroe de los idiomas.

Una vez tuve traductor, me asesoré sobre crowd funding con mi amigo Tristram Baumber, un escritor y director de televisión que recientemente recaudó diez mil dólares para hacer la segunda temporada de su serie web The Cleanists. Tristram me contó su experiencia y me dio unos consejos espectaculares. Para el momento en que nos despedimos, yo estaba embaladísimo y también muy nervioso. ¿Y si la gente me daba la espalda? No pasa nada, me repetía. Si no había interés, entonces quizás sería mejor no traducirlo.

Dejando todas estas inseguridades de lado, me puse manos a la obra. Nos pusimos, mejor dicho. Trini, que me apoya en todas mis locuras, se encargó de escribir, filmar y editar un video divertidísimo para lo que terminó siendo esta campaña de Kickstarter para transformar a El Secreto Sumergido en The Sunken Secret.

El video que hizo Trini para la campaña (para ver los subtítulos en español hay que hacer click en el pequeño rectángulo que tiene dos líneas dentro).

No se asusten, que no les voy a pedir plata, porque la campaña terminó hace una semana. De los $3880 que necesitábamos, ¿saben cuánto conseguimos? $5897. Sí señor, ciento cuarenta y seis personas apoyaron (nada menos que con su billetera) la traducción del libro. Y lo mejor de todo es que en marzo, cuando esté listo, The Sunken Secret contará con 146 lectores en el primer día de publicación. Nada mal para un autor independiente que nunca antes publicó en inglés.

Ahora que está el dinero, se viene la parte en la que hay que hacer el trabajo. Stephen ya empezó a traducir, y los capítulos que me envió hasta ahora están muy bien hechos. A mí me tocará coordinar la edición, el diseño de tapa, la impresión y todo eso. En definitiva, cumplir con toda esa gente que estará esperando su libro en marzo del año que viene.

Pero eso a partir del lunes. Esta semana me quiero dedicar a disfrutar de este momento maravilloso.

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