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Charla con Miguel Ángel Moreno, autor de "La costilla de Caín"

Como si nos separara una mesa de bar con dos cervezas frías en lugar de medio planeta, hoy charlo con Miguel Ángel Moreno sobre la pasión que compartimos: escribir historias. Aunque no lo conozco en persona, sé que Miguel es un tipo interesante, porque además de ser licenciado en Filología Hispánica y diseñar videojuegos, este madrileño ha publicado seis novelas. Y si todas son igual de buenas que los capítulos que llevo leídos de La costilla de Caín, su última historia, entonces hoy tengo el honor de charlar mano a mano con un verdadero grande.

CP: Empecemos hablando de las motivaciones para escribir. En mi caso, la mayor satisfacción de haber escrito una historia es la posibilidad de entretener a otra persona. Hay escritores que sostienen que escribirían aún si nadie los leyera, pero definitivamente no es mi caso. Yo lo hago porque sé (o al menos espero) que del otro lado, dentro de un tiempo indeterminado, habrá quien disfrute con mi historia. En tu caso, ¿qué te motiva a escribir ficción?

MAM: Yo soy como esos escritores de los que hablas. Para mí la escritura es una necesidad, tengo que hacerlo. Siempre espero que me lean, cuantos más mejor, pero la búsqueda de la historia va más allá de los lectores que vaya a tener. Es como si mi cabeza fuera un tanque de imaginación que va llenándose, y que debe vaciarse de cuando en cuando. Aunque lo pretendiera, no podría dejar de escribir.

¿Qué parte disfrutas más del proceso de creación de una novela? ¿Cuál es la que menos?

CP: Lo que menos disfruto es revisar el manuscrito por enésima vez cuando está casi listo. Aunque es imprescindible, encuentro tedioso releer una y otra vez intentando interceptar la mayor cantidad de errores posibles antes de la publicación.

Por otra parte, hay varias partes que disfruto mucho. Una es al principio, cuando la historia no es más que un par de ideas y hay que construirla. Pensar en los personajes, en los escenarios y sobre todo en las sorpresas que le quiero dar al lector. Me encanta planear ese tipo de sorpresas. Y también me gusta mucho revisar el primer borrador, porque la historia está en un punto intermedio muy interesante: ya tiene una estructura y se mantiene por sí sola, pero a su vez hay mil cosas para mejorar. Ése es el momento de ponerse a pulir un diamante en bruto.

Y ya que estamos hablando del proceso, ¿vos tenés un patrón claro para crear una historia?

MAM: Siempre empiezo con una idea. Es un golpe de inspiración que puede llegarme en cualquier momento, por eso suelo llevar una libreta para apuntar. En cuanto tengo esa idea, empiezo a darle vueltas en mi cabeza hasta que madura del todo. Pueden pasar meses, o años, hasta que eso sucede. Cuando al fin está lista empiezo por escribir una sinopsis general que no me ocupa más de dos páginas. Luego me pongo con la sinopsis detallada de los capítulos, pero sólo hasta la mitad de la novela, o incluso menos. Depende de su extensión. No resumo más allá, porque sé que luego pueden cambiar muchas cosas. Cuando todo está listo y tengo los personajes, me pongo a escribir. Generalmente sigo este procedimiento, aunque en ocasiones me da por saltármelo. No es una norma fija. ¿Crees que es mejor tenerlo todo organizado antes de empezar a escribir, o prefieres no planear nada?

CP: No planear nada me resulta imposible. Tengo que tener una idea. De hecho, hago algo bastante parecido a lo que acabás de describir, y también me desvío siempre del plan original. Pero el mero hecho de tener uno me da la sensación de seguridad, de estructura. Te cuento una anécdota: al terminar El secreto sumergido, mi primera novela, me prometí que la próxima la planearía mucho más. Y fue así, la planeé de cabo a rabo, con trama, personajes y escenarios minuciosamente detallados. Sin embargo, cuando me puse a escribirla, no la pude terminar. Y ojo, sigo pensando que es una idea interesante, pero por algún motivo, después de escribir un cuarto del texto la tuve que abandonar. Quizás que me gasté toda la energía que tenía para esa historia en planearla y no me quedó nada para escribirla.

Otro pensamiento que me surge al terminar una novela es que la próxima va a ser más fácil de escribir. Sin embargo, empiezo la siguiente y tengo la sensación de que me tengo que esforzar igual o más. La única explicación que encuentro es que quizás la experiencia no hace que escribir sea más fácil, sino que escribas mejor con el mismo esfuerzo. En tu caso, que llevás publicadas muchísimas más novelas que yo, ¿Cómo ha ido evolucionando la escritura a lo largo de tu carrera? ¿Te resulta más fácil? ¿Notás mejoras considerables de un libro a otro? ¿Qué otros cambio has observado?

MAM: Entiendo lo que dices. En mi caso, sé que con cada novela aprendo cosas nuevas, que mi estilo mejora, pero eso hace que me plantee retos más ambiciosos, novelas de mejor calidad y nuevas formas de contar una historia. Me encanta esa sensación, porque cada vez consigo expresar mejor las imágenes que acabarán llegando al lector.

Mi método también ha mejorado con el paso del tiempo. Recuerdo que tardé casi dos años en escribir mi primera novela (era malísima, por cierto). Ahora puedo tardar unos seis meses, dependiendo de la extensión y lo que tarde en documentarme. La calidad también ha mejorado… al menos, eso creo.

Ahora escribo más que antes, pero lo que nunca hago es plantearme un número de palabras diario. He aprendido que hay días en los que no sale nada -o sale, pero no tiene calidad-, y días en los que me pueden salir cinco mil palabras. Procuro no imponer nada a la creatividad. ¿Y tú? ¿Tienes algún plan de escritura? ¿Te marcas unas pautas?

CP: Yo soy de la peor clase: los que se ponen un objetivo de palabras diario y luego no lo cumplen. De cualquier modo, creo que intentar escribir cada día nos ayuda a aprovechar la “inercia” de una historia. Cuando uno tiene contacto diario con los personajes, con la trama y los escenarios, todo se hace más fácil, al menos para mí. ¿Qué me decís de la cronología? ¿Empezás a escribir por el principio hasta llegar al final o vas saltando de un lado a otro dependiendo de la escena que tengas ganas de escribir en ese momento?

MAM: Soy muy organizado a la hora de escribir, y siento cierto miedo reverencial a abordar unos capítulos saltándome otros. Voy uno a uno, de principio a fin. Pero lo que sí me ha surgido alguna vez es un pequeño relato sobre la historia que pretendo contar. Ese relato me ha permitido introducirme en el universo, antes de escribir la novela, pero luego todo ha ido de seguido. Tengo relatos escritos años antes de que apareciera una novela con la misma idea, lo que, por otro lado, demuestra todo el tiempo que una idea permanece en mi cabeza hasta que me pongo a escribirla. ¿Tú cuánto tiempo sueles tener una historia en mente hasta que te pones con ella?

CP: No demasiado. Soy bastante reactivo a las ideas que tengo. Cada vez que se me ocurre una, empiezo a leer sobre temas relacionados y pueden pasar dos cosas: que la descarte o que me parezca que hay suficiente tela para cortar. Si sucede lo segundo, me meto de lleno a crear una historia alrededor de esa idea. Por ejemplo, el concepto que me llevó a empezar la novela que estoy escribiendo ahora apareció hace 5 meses, en mi última visita a mi pueblo, en Argentina. Oí la historia de alguien con problemas personales a quien un brujo le había dicho que su mala suerte se debía a un trabajo de magia negra. Lo típico. Lo interesante es que este brujo “bueno” acompañó al damnificado a su casa, y encontró velas y pelo humano en el patio, supuestamente enterrados allí por el brujo "malo". Más allá de las creencias de cada uno y de si realmente hubo dos brujos o todo fue un truco, esta historia me llevó a leer sobre brujería, sobre todo practicada por charlatanes que no se la creen sino que lo hacen solo para robar a gente desesperada. Hoy, cinco meses después, ya tengo personajes, una sinopsis y casi un cuarto del texto (que no tiene nada que ver con un brujo bueno y uno malo que entierran macumbas en los patios de la gente, aunque ésa fue la chispa inicial). Si todo sale como lo planeo, el tiempo entre esta chispa y la novela lista para publicar habrá sido de un año.

Obviamente, usar esta técnica de “acción inmediata” tiene sus desventajas. Mientras antes se lanza uno a escribir la historia, más probabilidades hay de encontrar problemas con la trama, personajes, etc.

¿Te ha pasado de abandonar novelas a medio escribir y volver a ellas para terminarlas mucho tiempo después? Si es así, ¿qué fue lo que te llevó a dejarlas y qué fue lo que cambió para que retomaras?

MAM: Me ha pasado una vez, con una novela llamada La serpiente gris, una especie de thriller sobrenatural. No es que no me guste, pero justo cuando andaba escribiéndola me surgió la idea para La Costilla de Caín. Cuando acabé quise retomar La serpiente gris, avancé unos capítulos, pero entonces me vino a la cabeza otra idea que debía escribirse cuanto antes, de la que ha surgido una de las mejores novelas que haya podido producir y que si nada falla estará publicada en unos meses. Ahora, algo más relajado, me dispongo a terminar al fin La Serpiente Gris y publicarla en verano. Probablemente me valdré de Amazon para publicar, pero también iré ofreciendo capítulos gratis en mi blog; uno nuevo cada último jueves de mes.

CP: ¡Gran idea! Bueno, Miguel Ángel, ha sido un placer charlar con vos y te deseo todo lo mejor para las historias que te propongas escribir. Y, sobre todo, que te diviertas haciéndolo.

MAM:Una interesante experiencia. ¡Nos leemos!

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